miércoles

EL ANILLO

Víctor esta sentado delante de la mesa cuando siente abrirse la puerta, es Teresa la señora que viene todos los días a limpiar su casa y hacerle la comida. Teresa asoma la cabeza por la puerta y él le saluda, ella tiene una expresión rara y se dirige rápidamente al teléfono.
- Cada día estoy más sordo, -piensa para si mismo- no he oído el teléfono.
Se levanta y al pasar a su lado le da los buenos días. - Teresa me voy a dar mi paseo, le veré después.Teresa, sin mirarlo, asiente con la cabeza, parece triste. Oyendo su voz mientras habla al teléfono, capta una frase de la conversación de la mujer. -Si, estoy segura, pobre, aquí estaré esperándoles. Esta tentando de preguntarle que ocurre, pero sigue andando sin darle importancia, al fin y al cabo, su oído no es muy bueno.


Desde hace diez años coincidiendo con el fallecimiento de su esposa, Víctor cada día va al parque del barrio donde vive desde siempre, allí se sienta en un pequeño banco al cobijo de un viejo olivo.Día a día, revive sus recuerdos con María su mujer durante treinta felices años, compañera y amante a la que adoraba, dejando pasar el tiempo hasta que le llegara el momento de reunirse con ella. Aunque Víctor se avergonzaba un poco de si mismo ya que desde el primer día en que se dirigió a su pequeño espacio atemporal, una situación ajena a su estado de ánimo le había sucedido, haciendo que a pesar de la muerte de Maria disfrutara de unos minutos de placer que el mismo no podía entender. Cada día durante esos diez años una bella mujer se acercaba al mismo banco sentándose a su lado, intuía que era bella aunque su visión era escasa, el olor que desprendía y su voz solo podían proceder de alguien hermoso, pensaba él.


Ella amablemente le saludaba cada mañana. El había observado que siempre se acariciaba un anillo prendido en su dedo, deducía , ya que no veía muy bien. El era un hombre algo tímido, hablaban poco, pero al sentirla a su lado quedaba prendado de su olor; un olor que no podía definir pero que le producía un gran alivio y bienestar. Únicamente sabía que había estado casada durante muchos años; y por una razón que ella nunca había explicado, el destino les había separado. Supo que ella venia cada día porque en ese mismo lugar un día sin fecha fija, tenían que encontrarse para no separarse nunca mas. Y así habían ido pasando los años, disfrutando de esos pequeños encuentros….


Aquella mañana Víctor sentía una extraña sensación…Sus viejas piernas esta vez se movían con agilidad, al ir acercándose al pequeño banco se dio cuenta asombrado que su vista se aclaraba, veía las flores con una nitidez que le sorprendía; perplejo por lo que le estaba sucediendo se dirigió al banco. Al ir a sentarse observó que alguien había olvidado un anillo, acercó su mano aún asombrado de lo que le estaba sucediendo y lo cogió suavemente entre sus dedos. No podía ser… ¡Ese anillo era de Maria! Lo sabia muy bien, el mismo se lo había regalado una tarde allí mismo, un anillo pequeño con una pequeña piedra ovalada de color violeta, aquel mismo que el había puesto en el dedo a Maria el día que le pidió se casaran, sellando su amor eterno. Recordando aquella vieja promesa que no había podido cumplir, los ojos de Víctor se cubrieron de lágrimas, cuando una mano le rozó suavemente el hombro. El olor le fue envolviendo y ahora si, el perfume que entró en sus fosas nasales fue impactante. Ahora sabia por que ese olor, especialmente durante esos últimos años, le había hechizado, inexplicablemente, cuando estaba cerca de la desconocida mujer.


La voz de la bella mujer sonó suave…-
Durante años he venido a este lugar soñando con este momento, por suerte para mi la espera ha sido menos triste gracias a un gentil anciano que ha aliviado mi pena con su compañía.Víctor giro su cara, ahí estaba Maria, bella como el la recordaba, emanando el olor de su perfume que el tanto adoraba. Ahora podía verla; ahora podía saber quien era aquella bella mujer que durante los últimos años de su vida le había acompañado.Deslizó el anillo en el dedo de Maria; nunca más se separarían.
Ahora sabía por que Teresa, esa mañana, no le había mirado al despedirse de ella…


Este relato pertenece a mi colección de Relatos de Madrugada.
El proyecto de este libro, es combinar relatos con imagenes mias y artistas invitados.
Fotografía Lui B.
Copyright. Luisa Balada.

6 comentarios:

Raúl dijo...

Siempre me han fascinado de forma curiosa, los textos escritos en tiempo presente.
La madrugada, suele ser buen refugio para los escritores.

mia dijo...

Preciosa y suculenta entrada!

Feliz fin de semana!

♥♥♥besos♥♥♥

Luisa Balada dijo...

Raúl: Muchas gracias por tus comentarios. :-)

Luisa Balada dijo...

Mia: Muchas gracias, preciosa.

Jose Ruiz Quesada dijo...

Bellisimo relato amiga.., se nota tu sensibilidad..., la misma que plasmas en tus fotografías ahora la trasladas a unas narraciones preciosas..., enhorabuena por esta iniciativa... un abrazo amiga, te deso lo mejor...José

Luisa Balada dijo...

Muchas gracias por tus amables palabras José¡